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Ficción



Claudia Correa y Matias Lapunzina en un momento de "SEPTIEMBRE..." Fotografía de Leandro Alloatti.

Decido cambiar el nombre de este sitio y escribo "ficción".

Es una bella palabra. Por cierto, inspira un aire de libertad. Puedo contar historias en el teatro-que es donde más habitualmente lo he hecho hasta ahora- pero me abre puertas para lo que viene: el cuento, la novela, el cine. Cuando se trata de narrar no es bueno ponerse límites. Bueno,tratándose de crear no es bueno tenerlos.

Y volamos con la ficción. Narrar me permite trabajar a solas o con un equipo humano ó pasar horas en un bar con un café y un cuaderno escribiendo a mano(¡placer divino!) mientras las complejas situaciones de los personajes se desenvuelven en escenarios caprichosos que no tienen costo de producción sino amplitud de ideas y que puedo crear a mi antojo describiéndolos con palabras y dibujando detalles para poder hacerlo con mayor precisión. Y también puedo contar con canciones, con imágenes tras una cámara, con lenguajes diversos. Lo Diverso es bello: construye una suerte de "caos" siempre seductor que guarda un algo infantil y un viaje cósmico hacia mundos impensados.

Ficción es una palabra que describe un juego poderoso. Siempre que veo teatro, cine o televisión( hablemos de ficciones, por favor y no de ciertos híbridos con violento gusto por la venta a ultranza) lo veo con esa doble percepción del guionista que ha trazado un mapa en el cual sus personajes transitarán durante 100 capítulos o más o durante dos horas formando parte de una trama( otra hermosa palabra) que toma giros y volantazos. Desmenuzo algo de lo que han planeado para que la tqza de café que se cayó en el primer capítulo provoque un encuentro ó un reconocimiento en el vigésimo( cosas curiosas, nada sucede porque sí¿herencia de la idea de Destino?) Al mismo tiempo me creo todo lo que sucede; me lo creo en forma ingenua, primitiva, emotiva. Y aunque SÉ que es FICCIÓN puedo leer mi trama humana en esas peripecias reconociéndome de que estoy hecho, de que esencia estamos construidos. Ese es el inefable poder de la ficción: el "autoescaneo" de nuestro ser y de ese ser en sociedad. La posibilidad de análisis no intelectual que nos proyecta hacia una sapiencia profunda de nosotros mismos.

Entonces doy la bienvenida a la ficción que moviliza, que transforma y que incluso revela-en muchos casos- y que resulta ser mi aporte para este mundo en que vivimos, convivimos y soñamos. Desde la antigüedad nos reconocemos en formas y colores, en sonidos y palabras pero sabemos que hay una esencia verdadera cuyo discurso más potente sigue siendo el de la implacable fantasía.

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