Cuando comencé a dirigir tenia 24 años. Y, desde luego, no tenía la menor idea de como hacerlo. Quizá- y digo "quizá"porque no lo recuerdo con exactitud...corrieron 25 años bajo el puente- creía que podía hacerlo todo solo. O que si no lo hacía yo no tenía valor. Tal vez: el arrebato y la omnipotencia juvenil tienen algo de kamikaze que nos eyecta directo hacia el choque con una nube de meteoritos.
El tiempo que pasa y el cansancio que van afectando al cuerpo y la mente me hicieron entender que realmente NO PODÍA HACERLO SOLO. Que la vida es algo más que los ensayos y la producción obsesiva de un espectáculo. Pero, por sobre todas las cosas, que la visión de una puesta en escena se empobrece si uno la enfoca desde su única mirada. Y aquí, creo, es donde aparece la mayor revelación: compartir no sólo con los actores sino con todo el equipo de backstage la construcción de la narrativa escénica es la que permite que el montaje pase de ser una gran idea a un Big Bang de expresión y fuerza.
En el backstage hay diseñadores de vestuario. Hay escenógrafos, carpinteros, herreros, maquilladores, iluminadores, plomos( ¡benditos sean los plomos pese a lo ingrato de su nombre!) Hay una maquinaria, una Industria donde las personas son felices construyendo desde su conocimiento y su acción el todo de un monumental discurso ficcional y real. Construir equipos es enriquecer la visión estética pero también es ampliar relaciones, ofrecer espacios de trabajo, aprender de otros, aprender a dar gracias. También es aprender a soltar y saber con quienes no se puede acordar jamás una ética ni una estética de trabajo. Por ello suelo enojarme desmesuradamente cuando alguien no respeta los acuerdos que hemos construido juntos( para saber de que hablo, si les interesa, pueden leer mi posteo ENOJOS, EQUIPOS Y DELICADEZAS en mi blog personal)
Pero hoy quiero hablar de esos equipos que voy construyendo y que me emocionan tanto como el armado de un elenco. Personas a las que les debo su entrega, su fascinación y su respeto por hacer suyo un proyecto que en principio era sólo mio y que cuentan con un talento particular: ser invisibles para hacer visible la maravilla de la creación encastrada en todas sus partes. Y desde luego, esas personas- que muchas veces no cuentan con una especialización en el campo técnico pero que van aprendiendo sobre la marcha de un modo conmovedor- van aprendiendo también que ese brillo oculto hace que quien dirige y quienes actúan "descansen" en su trabajo preciosista y contenedor dándoles un colchón de cubierto en donde poder desenvolver su arte con plenitud.
Son imprescindibles. Sépanlo. Personas que saben como manipular una agarradera para que un robot de iluminación no se desplome, personas que saben como agrandar o achicar un vestuario para acomodarlo en su justa presencia, seres que trasladan objetos, desarman escenografías incomodísimas y tienen la "alegría en el cuerpo" de acomodar trastos y cajas( cosa que para mí es una verdadera pesadilla luego de una función) pero que por sobre todas las cosas pueden leer en la mente de quien crea otras cosas y ayudarlo a que esa abstracción que llamamos "obra" se vuelva una potente y esclarecedora realidad.
Quiero ayudarlos. Quiero ayuda. Porque hoy no puedo dirigir nada sin un equipo. Es más: no quiero. Porque he comprendido que son el elenco oculto sin el cual la puesta en escena no es posible.Que merecen nuestro amor, nuestro agradecimiento, nuestro respeto profundo. Que ser un asistente de escena ó de dirección- trabajos para los que me considero bastante incompetente en lo personal- implica un temple, una claridad mental y una capacidad de renuncia admirable hasta lo espiritual. Que son quienes contienen la locura de un director que debe hacerse cargo( porque quiere, desde luego) de todo un conglomerado artístico de dificil resolución. De modo semejante a como el cirujano no puede operar sin sus instrumentistas ni sus enfermeros, un director de teatro no puede ejecutar la maquinaria espectacular sin su equipo del detrás de escena. Por eso los valoro. Por eso me duele - y a veces me enoja- cuando los pierdo. Por eso necesitan profesionalizarse cada vez más porque si de verdad creemos- como solemos afirmar- que el Teatro es un Arte Colectivo- ese operador de luces es tan esencial como la protagonista que reúne el brillo de la actuación y el canto. Porque si esa luz no se enciende en el momento preciso, con la intensidad deseada y necesaria para la escena...la diva desaparece.
Vean si no tienen poder.
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